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REPORTE ACADÉMICO DE INVESTIGACIÓN SOBRE LA VINCULACIÓN DEL LIDERAZGO POLÍTICO Y LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA



Nombre:
Jorge Alberto Allec Maciel
Universidad:
Universidad Virtual del Estado de Guanajuato
Fecha de elaboración:
23 de julio de 2017
Nombre del Módulo:
Liderazgo político y participación ciudadana
Nombre de la Evidencia de Aprendizaje:
Reporte académico de investigación sobre la vinculación del liderazgo político y la participación ciudadana

Nombre del asesor:
Edgar Camacho Martinez



Índice





Resumen y palabras clave


El liderazgo político es un concepto no definido con precisión; incluye que es un proceso; trae aparejada la influencia, se ejerce dentro del grupo y va encaminado a una meta. La participación ciudadana "es la posibilidad de la sociedad de contribuir e influir en las decisiones gubernamentales que le afectan". En México una y otra se vinculan en los procesos electorales y en la intervención de organizaciones de la sociedad civil, formadas en ocasiones por personas ligadas a víctimas de la violencia de la delincuencia que domina el escenario nacional. El actual liderazgo político, presenta un alto grado de descomposición.


Introducción


El propósito del presente trabajo consiste en esclarecer los conceptos de liderazgo político y de participación ciudadana, así como la forma como se vinculan en el terreno de la realidad política y social.
Iniciaremos definiendo los conceptos principales. Delgado Fernández (2004) cita varias definiciones de liderazgo político; la de G. D. Paige, The Scientific Study of Political Leadership, quien dice que el liderazgo es concebible como un fenómeno conductual de creatividad a través del cual “determinadas personas en interacción con otras de similar potencial se comprometen en iniciativas de relevancia social”. La de Katz, quien afirma que el liderazgo es el proceso por el que un individuo ejerce consistentemente más influencia que otros en la ejecución de las funciones del grupo. La de Heifetz y Sinder, quienes han dicho que el liderazgo es una actividad vinculada a determinados actores que consiste en proporcionar una visión y, al mismo tiempo, en buscar y movilizar apoyos políticos para llevarla a la práctica.
Como ejemplo de definición de participación ciudadana citaremos la de la Comisión Intersecretarial para la Transparencia y el Combate a la Corrupción [CITCC] (2008), la cual señala que "es la posibilidad de la sociedad de contribuir e influir en las decisiones gubernamentales que le afectan".
Investigar sobre el tema tiene gran relevancia puesto que toda la estructura de los poderes del estado está formada por líderes políticos que tienen en sus manos el destino del país, nuestro destino; conocer la naturaleza de su actividad, sus intereses y la forma como manejan los asuntos públicos tiene la mayor relevancia para los ciudadanos. Conocer a fondo el tema y la realidad en torno al liderazgo político nos servirá para conocer los puntos débiles de quienes dicen representarnos y tomar posición en torno a la necesidad de construir un nuevo tipo de liderazgo político.
  

Desarrollo 


El concepto de liderazgo político
Delgado Fernández (2004) señala que liderazgo es un término escurridizo que se aplica a una amplia gama de actividades humanas; dice que su significado siempre ha sido polémico y que no existe una acepción única, pues el fenómeno al que se refiere no ha podido ni podrá ser nunca explicado de una sola manera.
Añade Delgado que hasta el momento la tarea definitoria se ha abordado teniendo en cuenta referentes geográficos, históricos, políticos, profesionales; o bien reparando en la diversidad de objetivos y propósitos de los grupos u organizaciones en los que se ha manifestado a lo largo del tiempo y que, en la actualidad, han adquirido fuerza las aproximaciones al liderazgo procedentes del mundo de la administración de negocios y, más en concreto de la teoría de las organizaciones.
Northouse (2001, citado por Delgado, 2004), afirma que se pueden identificar una serie de elementos constantes en todos los intentos por definirlo: Es un proceso; trae aparejada la influencia; se ejerce dentro o con respecto a un grupo y va encaminado a una meta, sea cual sea ésta. Además, añade que se puede convenir igualmente en fijar tres significados diferentes con los que el término liderazgo ha sido empleado comúnmente por las Ciencias Sociales: En primer lugar, entendiéndolo como un rasgo o cualidad atribuible a una persona. En segundo lugar, como atributo posicional o situacional y, en último término, en calidad de comportamiento.
Molina y Delgado (2001, citado también por Delgado Fernández, 2004) añade que estas tres formas han inspirado varios enfoques de estudio: el de los rasgos o características personales; el situacional o de la contingencia, que se centra en la selección de variables de situación capaces de indicar el estilo de liderazgo más apropiado para conseguir la adaptación a las cambiantes circunstancias; el conductual, preocupado por describir el comportamiento de los líderes, y el del nuevo liderazgo o modelo transaccional, que pone especial énfasis en el concepto de visión y en la relación entre los líderes y los seguidores.
Así pues, el liderazgo político es un tema de investigación considerado atractivo y, al mismo tiempo, difícil de someter a un único esquema de análisis académico-científico. Pese a todo, las dificultades comienzan con la propia definición del fenómeno. Son muchos los autores que se han esforzado por aportar una solución lo suficientemente precisa como para acotar el mayor número de manifestaciones concretas del liderazgo político. A juzgar por la continuidad de los intentos, podemos concluir que ninguno de ellos ha conseguido su propósito de manera concluyente o definitiva.
A Delgado Fernández (2004) le parece especialmente valiosa la síntesis que sobre el término liderazgo político ha llevado a cabo recientemente Natera Peral (2001). En aras de diferenciar el tratamiento tradicional del liderazgo del más actual, Natera ha distinguido entre las imágenes clásicas del liderazgo y las modernas aportaciones a la cuestión. En su opinión, hasta que no se institucionalizó la Ciencia Política a principios del siglo XX, la historia del pensamiento político ofreció variadas y ricas aproximaciones a la cuestión del liderazgo.
José Francisco Jiménez Díaz dice que el liderazgo político se desarrolla mediante la interacción entre líderes y seguidores dentro de las circunstancias históricas que rodean a ambos. Que esta interacción conforma un entramado de significados, normas y relaciones de poder que vinculan a líderes y seguidores. Que dicha interacción implica un proceso de construcción social, en función del cual el líder y sus seguidores se socializan, legitiman e institucionalizan sus prácticas sociopolíticas.
Sin embargo habría que destacar que hoy, en México, la cuestión ya no está en la definición del concepto sino, como dice Oscar Pimentel (Marzo, 2012), en la falta de credibilidad que sufre el liderazgo político, lo que ha hecho que las prácticas más comunes de los líderes tradicionales queden obsoletas, sean objeto de un profundo rechazo por parte de la ciudadanía y, sobre todo, resulten ser enormemente ineficaces.
Afirma Pimentel que urge un ejercicio serio de crítica y autocrítica que, sin miramientos ni concesiones, sea capaz de develar con toda crudeza los graves defectos y desviaciones de las prácticas y motivaciones del actual liderazgo político, para proponer lo que debe ser un movimiento de renovación y la formación de nuevos cuadros políticos capaces de entender los retos y de impulsar los cambios que son necesarios en el país.
Por ello, si queremos impulsar el cambio y la modernización de México, la primera gran tarea es renovar nuestros liderazgos políticos.
Efectivamente, como sostiene Pimentel, ya no caben los estilos autoritarios, voluntaristas y sin límites a las decisiones discrecionales de Gobierno que dominaron ciertas etapas de nuestra vida política, tampoco son ya concebibles los liderazgos cuyo único afán es el enriquecimiento ilícito mediante la desviación de los recursos del erario público y que además quienes lo ejercen carecen de una verdadera vocación política y de servicio. Igualmente, es inaceptable ya la improvisación, la falta de preparación y la ausencia de capacidades personales.

El concepto de participación ciudadana
Delgado Fernández (2004), afirma que cuando los individuos comparten un fin, visión y/o meta en común, podemos considerar que se da la participación ciudadana, pero que es importante señalar que sólo cuando la participación está bien organizada, es posible mover masas y cambiar vidas.
Para la Comisión Intersecretarial para la Transparencia y el Combate a la Corrupción [CITCC] (2008), la participación ciudadana "es la posibilidad de la sociedad de contribuir e influir en las decisiones gubernamentales que le afectan".
Al hablar de participación ciudadana, un aspecto fundamental que se debe considerar es la sociedad civil, pues a través de sus organizaciones, los ciudadanos encuentran cauces de participación y colaboran de manera activa en la construcción de la sociedad, dice Aguilar (2006).
Gramsci (s.f., citado por Aguilar, 2006) señala que la sociedad civil está integrada por organismos privados, instituciones y medios que defienden y trasmiten valores, costumbres y modos de vida; por lo que en ella se ubican las funciones de consenso, persuasión y dirección hegemónica.
El concepto de sociedad civil, surge con Aristóteles y hoy en día es considerado como una expresión de la nueva democracia. Hoy en día las organizaciones civiles son una de las nuevas vías de participación, las cuales, de acuerdo con Concha (1997), tienen como objetivo general:
• Verificar la transparencia y participación de la ciudadanía.
• Poner "el dedo en la llaga" cuando el Estado es inoperante.
• Apoyar el desarrollo social.

Añade que para alcanzar sus objetivos, las organizaciones civiles deben cumplir con los siguientes requisitos:
a) Su organización interna debe ser democrática y pluralista y que no responda a intereses político-partidistas.
b) Debe buscar permanentemente el diálogo con el gobierno, con la oposición y con los sectores independientes.
c) Quienes las integran, y muy especialmente quienes las dirigen, deben estar íntimamente convencidos de la justeza de su lucha por alcanzar los objetivos trazados.

Sin embargo, dentro del ámbito de la democracia y específicamente en el contexto de las decisiones y consenso ciudadano, no se tiene resuelto el tema de la participación ciudadana como tal. Aun cuando existe el voto, éste no garantiza una participación efectiva por parte del ciudadano y la entidad pública que la representa, es decir, una vez que termina el proceso electoral, se divorcian el representante y sus representados.

Otra vía de participación se refiere a los movimientos ciudadanos, los cuales surgen de condiciones y estructuras históricas específicas. Precisamente esta estructura es la fuente de recursos y condiciones favorables para que se produzca un movimiento social. Ella moldea el credo del movimiento, su ideología, los fines que persigue y su visión del mundo, innovando perspectivas de realización y rescatando elementos que recoge a su paso por el tiempo. Por este motivo se dice que son producto de condiciones sociales, culturales e históricas que están en constante movimiento.

Las organizaciones de la sociedad civil

De acuerdo con la UNESCO (2015), las organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil "comprenden a las redes de activistas e investigadores, los sindicatos de docentes y las organizaciones religiosas, las asociaciones comunitarias, las agrupaciones de padres y alumnos y los movimientos sociales" (párr. 1).

Al respecto, Acotto (2003) señala que la característica de las organizaciones de la sociedad civil es que sus fines y objetivos son lícitos, son organizaciones privadas, no gubernamentales, autogobernadas, no lucrativas y de adhesión voluntaria como asociaciones, fundaciones, centros de pensamiento, Lobbies, voluntariados, partidos políticos.

La esfera pública es el espacio donde la sociedad civil expresa sus intereses y donde la razón pública se construye como fundamento legítimo de la ley. Esta esfera está siempre en construcción y se amplía cada vez que los participantes entablan lazos de comunicación y elaboran acuerdos mediante el diálogo, excluyendo la violencia. Una esfera pública incluyente y en constante ampliación es salvaguarda del Estado de derecho.

El surgimiento y desarrollo de las organizaciones de la sociedad civil han sido acompañados por la evolución y cambio del concepto de participación ciudadana. En los últimos 40 años han sido los organismos internacionales y las agencias de cooperación las instituciones que más han influido en la definición de la idea de participación. 

Al inicio de la década de los noventa del siglo XX, la concepción de participación es que los ciudadanos tienen el derecho de participar en el diseño, ejecución, seguimiento y evaluación de las políticas públicas. Los objetivos se amplían: Fortalecer la capacidad de decisión y gestión de sus organizaciones, operar la corresponsabilidad gobierno-sociedad, elevar la gobernabilidad y hacer eficaz la acción del gobierno.

Al inicio de la primera década del siglo XXI, lo nuevo está  en encontrar los mejores mecanismos operativos que permitan la más efectiva participación ciudadana en la toma de las decisiones estatales.

La vinculación entre el liderazgo político y la participación ciudadana

Por lo general, el liderazgo político se encuentra divorciado de la participación ciudadana. Mientras que el liderazgo partidista se ha perdido en la corrupción y el descrédito, la participación ciudadana se ha limitado (en forma minoritaria y no por su propio deseo) al proceso electoral y, a través de grupos empresariales o de grupos liderados por familiares de víctimas de la violencia delincuencial, a propiciar acuerdos que no modifican la situación que pretenden atacar, en la que figuran tópicos como el secuestro, los asesinatos y las acciones de transparencia y rendición de cuentas en las acciones de gobierno.

Nada se resuelve, ni los crímenes, ni los secuestros, ni se ataca frontalmente la corrupción que se esconde detrás de la falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos. Esa es la realidad. Todo parece indicar que el cambio en la forma de ejercer el gobierno; el freno a la ilegalidad; el combate a la corrupción, deben pasar por la instauración de un nuevo tipo de liderazgo político.

Sobre esto recordemos los casos de Isabel Miranda de Wallace, de Alto al Secuestro; de Alejandro Martí, de México SOS e incluso el de Javier Sicilia, del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, quienes sufrieron la muerte de sus respectivos hijos, razón por la que fundaron sus organizaciones; hoy por lo menos los primeros dos ocupan espacios de la mano del gobierno, pero lo cierto es que las condiciones que los motivaron siguen igual o peor que antes.




Conclusión


Efectivamente el concepto de liderazgo político ha sido difícil de definir con precisión a lo largo de la historia; sin embargo, frente a la situación actual, adquiere relevancia tomar con decisión el análisis crítico acerca de la realidad del liderazgo político en nuestro país, no tanto para seguir debatiendo en torno a su definición, sino para reforzar el planteamiento que circula ya, en relación con la necesidad de cambiar hacia un nuevo modelo de liderazgo político, hacia un liderazgo que represente los intereses de toda la sociedad y no sólo los intereses de la oligarquía que detenta el poder en nuestro país.

Abordar este tema ha traído un resultado muy importante; hemos podido encontrar con claridad las deficiencias del liderazgo político; asimismo hemos palpado las enormes posibilidades de participación ciudadana que tiene nuestro país si somos capaces de renovar el liderazgo político divorciado y contrario a las mayorías por un liderazgo comprometido.



Referencias


-Santiago Delgado Fernández. SOBRE EL CONCEPTO Y EL ESTUDIO DEL LIDERAZGO POLÍTICO. Una propuesta de síntesis. Psicología Política, Nº 29, 2004.
-Doctor José Francisco Jiménez Díaz. Los liderazgos de Adolfo Suárez y Felipe González en la Transición a la democracia en España (1976-1982).
-OSCAR PIMENTEL. El liderazgo político que se necesita (II). MAYO 25, 2012. Recupeado de:_https://oscarpimentel.wordpress.com/2012/05/25/el-liderazgo-politico-que-se-necesita-ii/
-OSCAR PIMENTEL. El liderazgo político que se necesita (I), Periódico Zócalo. 23 ABRIL 2012. Recuperado de : http://www.zocalo.com.mx/seccion/opinion-articulo/el-liderazgo-politico-que-se-necesita-i          







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