Nombre:
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Jorge Alberto Allec Maciel
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Universidad:
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Universidad Virtual del Estado
de Guanajuato
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Fecha de elaboración:
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29 de enero de 2017
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Nombre del Módulo:
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Democracia y Políticas públicas
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Nombre de la Evidencia de Aprendizaje:
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Diferentes concepciones de
políticas públicas y democracia
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Nombre del asesor:
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Edgar Yesid Sierra Soler
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Contenido
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Resumen
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Las políticas públicas y
su relación con los actores políticos y sociales han ido cambiando conforme
la globalización de la economía ha ido transformando al estado-nación. Estos
cambios tienen que ver con las transformaciones en la concepción del estado
de derecho; en la de gobernabilidad que ha abierto espacio al concepto de
gobernanza y nuevos aspectos en lo que entendemos por autonomía del estado,
dando pie a la transición democrática y a la participación ciudadana no sólo
como una propuesta neoliberal para el desmantelamiento del estado de
bienestar, sino como resultado de las exigencias manifestadas por las
colectividades inconformes por la falta de respuesta a sus demandas mientras
sigue desarrollándose la acumulación capitalista.
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Introducción
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David Arellano Gault y Felipe Blanco, en su obra denominada POLÍTICAS
PÚBLICAS Y DEMOCRACIA sostienen que las políticas públicas son antes que
nada una forma particular de decidir y ejecutar las acciones de gobierno,
pero no la única posible. Dichas decisiones y su puesta en marcha varían de
país en país dependiendo principalmente del sistema político de cada nación,
pero también de la tradición y culturas locales, y el asunto a tratar, entre
otros factores. Aunque hay quienes dicen que lo que hace y lo que deja de
hacer el estado es política pública (Thomas R. Dye).
En este trabajo se habla sobre las políticas públicas y la democracia
lo cual es muy importante ya que encontraremos la relación que existe entre
estos conceptos y su relación entre ellos así como también con estado,
gobernanza, autonomía del estado, participación ciudadana etc.
La información de este trabajo servirá para conocer la evolución de la
llamada democracia y para saber cómo estamos en la actualidad en temas
democráticos.
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Sustento teórico
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Veamos algunas definiciones de Política Pública, reunidas en “Un
acercamiento a la disciplina, de Marcelo González Tachiquín: Mead (1995)
escribe que una política pública es «una aproximación al estudio de la
política que analiza al gobierno a la luz de los asuntos públicos más
importantes.».
Anderson (1990) la definió como «una secuencia intencionada de acción
seguida por un actor o conjunto de actores a la hora de tratar con un asunto
que los afecta... y son aquellas desarrolladas por cuerpos gubernamentales y
sus funcionarios».
Lynn (1980) define una política como «un conjunto específico de
acciones de gobierno que producirán, por su diseño o por otras razones, una
clase particular de efectos».
Algunos, como Somit y Tanenhaus (1967) han considerado a la política
pública como «la totalidad de la acción gubernamental» y Brewer y de León
(1983) han considerado a estas como «las decisiones más importantes de una
sociedad y que consta de un proceso conformado por sistemas y niveles,
articulado en seis etapas: iniciación, estimación, selección, implementación,
evaluación y terminación».
Jean Claude Thoenig (1997) se ha referido a ellas como «el trabajo de
las autoridades investidas de legitimidad pública gubernamental y que abarca
múltiples aspectos, que van desde la definición y selección de prioridades de
intervención hasta la toma de decisiones, su administración y evaluación».
Agregaríamos que unos cinco años antes, Thoenig ya había conceptualizado
junto con Meny (1992) a nuestra disciplina como «un programa de acción
gubernamental en un sector de la sociedad o en un espacio geográfico».
Laswell también señala que «la política pública es un programa
proyectado de valores, fines y prácticas» (En De León, 1997).
Thomas R. Dye por su parte señala que al hablar de política pública
hacemos alusión «a todo aquello que los gobiernos deciden hacer o no hacer»
debido a que el no actuar también se considera paradójicamente en
determinadas ocasiones como «actuar del poder público».
Baena del Alcázar (1999) las define como «toda decisión conformadora,
en principio de carácter innovador, que va acompañada de las medidas
necesarias para su seguimiento y ejecución».
Veamos ahora qué es la
democracia. Según el inglés james Bryce la democracia es el estado de
sociedad donde hay igualdad. Para Norberto Bobbio es el conjunto de reglas
procesales de las que la principal, pero no la única, es la regla de la
mayoría. Para Giovani Sartori, la democracia es el poder del pueblo que
existirá mientras y valores vivan.
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Análisis del Tema
Principal
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El Estado de derecho
El liberalismo ofrece los criterios mínimos para la existencia de un
Estado de derecho, es decir, los que organizan la estructura básica de un
régimen político orientado a la protección de los derechos individuales elementales.
Sin embargo, como se ha visto en el caso de Locke, el liberalismo no implica
necesariamente que el principio de soberanía ciudadana pueda ser ejercido por
todos los ciudadanos; además, este autor considera que los únicos derechos
que deben ser garantizados son los de tipo «negativo» (de protección de la
persona y la propiedad) y no los positivos (de promoción del desarrollo de
las personas y reducción de la desigualdad económica). El liberalismo cumple las
condiciones de un Estado de derecho pleno, pero probablemente estas
condiciones no sean suficientes (aunque sí son necesarias) para alcanzar un
modelo de Estado democrático de derecho.
Las características generales del
Estado de derecho han sido enlistadas del siguiente modo:
a) Imperio de la ley: ley como
expresión de la voluntad general.
b) Separación de poderes: legislativo,
ejecutivo y judicial.
c) Legalidad del gobierno: su
regulación por la ley y el control judicial.
d) Derechos y libertades
fundamentales: garantía jurídico-formal y realización material.
Márquez Rábago agrega otros dos
elementos
e) Existencia de un Tribunal
Constitucional y
f) Independencia de los órganos
constitucionales administrador y resolutor de controversias en las elecciones
Autonomía del Estado
Contra
el postulado neoliberal de un Estado intervencionista fuerte, la hipótesis de
Olson de un Estado controlado por intereses privados -a los que llama
"coaliciones distribuciona1es"- parece tener un mayor poder
explicativo para los países menos desarrollados (PMDS), donde los Estados
fuertes son una excepción. La diferencia fundamental entre un Estado
"fuerte" y otro "débil" ha sido identificada por varios
economistas en el papel que desempeña el Estado en el proceso de asignación de
la renta al sector privado. Como Amsden y Rodrik han demostrado negativamente
(a través de sus estudios de los casos excepcionales del este asiático) la
mayor parte de los Estados desarrollistas tienen un papel meramente
instrumental en el proceso de asignación de la renta para los intereses
privados, luego que éstos - como lo había analizado Olson- controlan al
Estado, quien no tiene el menor poder disciplinario sobre ellos.
Una
comparación entre América Latina y el este asiático muestra que mientras
todos los Estados desarrollistas han logrado controlar a la fuerza de
trabajo, sólo unos cuantos en el este asiático han logrado controlar también
al capital privado. Ese poder disciplinario del Estado sobre el capital
privado (tanto doméstico como extranjero) es un criterio clave de su
autonomía y de la capacidad que posee para desempeñar su función
desarrollista.
Otro
aspecto relacionado con el concepto de autonomía del estado se refiere a que,
como resultado de la globalización y del consecuente “adelgazamiento”
estatal, diversos temas van quedando fuera del control directo del estado y
pasan a manos de instituciones autónomas, como ha ocurrido en México con la
CNDH, el INE y otras instituciones que aunque son parte del estado, gozan de
autonomía en el ejercicio de sus funciones.
Estado y Globalización
Manuel Castells, en su artículo ¿Fin del estado Nación?,
publicado en el diario español El País, de fecha 26-10-1997, destaca los
cambios que sufre el mundo debido a la presión que ejercen dos tendencias
opuestas; por un lado la globalización de la economía y por otro la
identificación de la sociedad. Según él, el estado-nación ha entrado en una
crisis profunda de operatividad y de legitimidad; el estado-nación parece
cada vez menos capaz de controlar la globalización de la economía, los flujos
de información, los medios de comunicación y las redes criminales.
Debido a la disparidad de gastos que superan la disponibilidad
de recursos, los gobiernos han recurrido al endeudamiento en el mercado
internacional de capitales, señala.
Resalta que ante tales amenazas los estados nación han
reaccionado aliándose entre ellos o mediante la descentralización autonómica
y municipal.
Aunque las formas del estado-nación existen, precisa que se ha
comenzado “a vivir en una nueva forma política, el estado-red, un estado
hecho de estados nación, de naciones sin estado, de gobiernos autónomos, de
ayuntamientos…” que se articulan en redes de organizaciones no
gubernamentales y que operan de diversas formas para enfrentar el
debilitamiento estatal.
El cree que no estamos ante el fin del estado-nación, sino en el
principio de un estado anclado en la sociedad, una forma superior y flexible
de estados que engloba a las anteriores y los hace operativos a condición de
renunciar a su condición autoritaria.
A lo dicho por Castells habría que agregar que estas nuevas
formas no son una concesión otorgada por el capital, sino, principalmente, el
fruto de la lucha de los pueblos contra el avasallamiento de los grandes
capitales mundiales.
La gobernabilidad
En la década de
los 70 del siglo pasado se abrió una discusión sobre los problemas de control
gubernativo en las democracias industrializadas; se pensaba que los problemas
de ingobernabilidad provenían de la sobrecarga del estado de bienestar ante
las presiones de la sociedad; esto se traducía en una crisis fiscal
permanente y pérdida de capacidad para resolver las demandas sociales; por
tanto se concluyó que el estado debía reducir su tamaño y devolver a la
sociedad tareas que se habían definido como exclusivas de los poderes
públicos (El concepto de Gobernanza). Los dueños del capital, absortos en su
deseo de incrementar de permanente la magnitud de sus ganancias, de eludir el
pago de impuestos y de lograr que el estado no exija mayores contribuciones a
los dueños del dinero, concluye que lo deseable es haga cargo de enfrentar
estos gastos.
Para Aguilar la
gobernabilidad consiste en preguntarse sobre Las capacidades de gobernar del
gobierno, considerando que la sociedad debe ser gobernada pues se considera
incapaz de autorregularse.
Hay quienes
sostienen que la transición del concepto de gobernabilidad al de gobernanza
se dio debido a que gobiernos fuertes de las sociedades industrializadas no
podían resolver problemas sociales, por lo que se buscaron capacidades fuera
del gobierno, lo que abrió paso al concepto de gobernanza.
Sin embargo,
también hay quienes sostienen que la tendencia neoliberal imperante en esas
sociedades llevó a los organismos internacionales a presionar a los gobiernos
para que se deshicieran de la obligación de atender los problemas sociales y
por esa vía pudieran salir de sus problemas de endeudamiento. Por ello es
posible que la entrada de organizaciones de la sociedad civil en la
gobernanza de las sociedades industriales se debiera más a la presión social
y al deseo de los ciudadanos de participar en la solución de los problemas
que a una concesión gratuita de quienes creen que tienen en sus manos el
gobierno mundial.
Estado y gobernanza.
Para Aguilar,
la gobernanza en un sentido descriptivo alude a la mayor capacidad de decisión e influencia que los actores no
gubernamentales (empresas económicas, organizaciones de la sociedad, centros
de pensamiento autónomo, organizaciones financieras internacionales) han
adquirido en el procesamiento de los asuntos públicos, en la orientación de
las políticas y los servicios públicos.
Lo relevante
del concepto ha sido mostrar el hecho de que la dirección de la sociedad
trasciende la acción gubernamental puesto que los gobiernos para reconstruir
la posibilidad de que sus sociedades no entraran en decadencia por la
globalización y alcanzaran sus metas en el campo económico y social tuvieron
que integrar a su deliberación y acción a agentes económicos y sociales
independientes
Es de entender que la gobernanza sí
significa una mayor participación de los ciudadanos y sus organizaciones en
la definición de los asuntos de todos, pero que aún nos encontramos lejos de
una auténtica transición democrática aunque estemos viendo una mayor
participación de los ciudadanos y sus organizaciones
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Contextualización
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En el caso de México y gracias a la presión ejercida por los
ciudadanos y sus organizaciones, hemos visto alguna apertura a la
participación ciudadana en un grado absolutamente insuficiente. Por ejemplo,
casi en todo el país se ha abierto la posibilidad de que la ciudadanía
participe en la “contraloría social” de la obra pública, sin embargo quienes
manejan los programas se las arreglan para que no haya tal contraloría de la
sociedad.
Es cierto que en el caso de la ciudad de México, las
delegaciones han impulsado la participación comunitaria en la definición de
algunas obras en colonias de su territorio, sin embargo las intenciones de
manejar estas acciones como negocios personales y de grupo se ha venido imponiendo
con lo que, la participación ciudadana queda en un mero formalismo.
Transición democrática
Transición es un intervalo que se extiende de un régimen
político a otro. La transición democrática comprende desde el inicio de la
disolución de un régimen autoritario hasta el establecimiento y consolidación
de alguna forma de democracia. Supone la existencia de algún tipo de
autoritarismo y la introducción de formas y experiencias propias de la
democracia. Para Cansino (La transición Mexicana 1977- 2000) en esa
transición se pasa de un conjunto de arreglos institucionales y prácticas
políticas definidos y controlados discrecionalmente por la elite en el poder,
a otro acuerdo en el que la definición y el funcionamiento de las estructuras
y prácticas políticas se someten a la discusión, están garantizadas por la
Constitución y respaldadas por la participación ciudadana.
Según Huntington (The Third Wave), las olas democratizadoras se
pueden producir por diferentes causas, tales como el surgimiento de un nuevo
superpoder u otro cambio importante en la distribución internacional del
poder; el desarrollo socioeconómico alcanzado que hace crecer la
inconformidad con el autoritarismo de sectores cada vez más amplios de la
población, así como sus expectativas de mayor libertad; el ejemplo de lo que
sucede en otros países que hace nacer aspiraciones similares; la difusión de
valores democráticos y de derechos humanos; o causas específicas como una
alta y persistente inflación, una recesión profunda y permanente, el desorden
social, una Iglesia Católica menos defensora del status quo, un conflicto
militar, etcétera.
La democratización involucra el fin del régimen autoritario, la
instalación de uno democrático y su consolidación. En cada una de estas
etapas inciden diferentes factores, de cuya combinación dependerá el
resultado del proceso.
El inicio del proceso de democratización implica una pérdida
creciente de legitimidad de los regímenes autoritarios, que sustentada en la
eficacia de su desempeño, se ve minada por los fracasos económicos, el
incumplimiento de promesas o derrotas militares. Es entonces cuando, dada la
carencia de logros, la gente ya no ve la razón por la cual tiene que soportar
la falta de libertad. Asimismo, se genera la aspiración de parte de las élites
políticas de instaurar la democracia. Ante la creciente inconformidad, los
gobiernos autoritarios no reconocen sus errores, responden con represión,
crean conflictos internacionales para unir a la población frente a un enemigo
externo, intentan reformas políticas limitadas para obtener legitimidad
democrática o bien, tratan de introducir sistemas democráticos.
El cambio hacia la democracia supone que el régimen autoritario
ha perdido muchas de sus capacidades de dirección para conducir a la
sociedad. La señal típica de que la transición ha comenzado es que los
gobernantes autoritarios comienzan a modificar sus propias reglas para
ofrecer mayores garantías para los derechos de los individuos y de los
grupos.
La incertidumbre es una variable fundamental para entender la
dinámica de las transiciones democráticas. La ambigüedad de las posturas
políticas de los distintos actores (líderes, organismos no gubernamentales,
partidos políticos, agencias gubernamentales, etc.) que intervienen en el
proceso de negociación de acuerdos que aseguren la estabilidad futura del
país, es uno de los rasgos más sobresalientes del fenómeno de la transición
democrática. Esta ambigüedad de las estrategias de acción de los actores
políticos provoca múltiples e inciertas alternativas de desenlace de la lucha
política.
En esta lucha convergen diversos actores y factores, que tienen
distinta importancia. Rustow (Transitions to Democracy) considera que la
transición democrática es una lucha intensa y desgastante por ganar, en la
cual mucho depende del talento, la voluntad y la capacidad de las élites para
negociar un acuerdo que garantice un sistema de compartir el poder y de mutuo
acomodo en interés de todas las fracciones principales; también Lijphart ha
resaltado el papel decisivo de los acuerdos al nivel de la élite para hacer
posible las llamadas democracias por asociación. Nohlen da más peso a los
partidos políticos en tanto que situados éstos en una competencia libre y
pluralista, pueden celebrar elecciones universales y libres para ocupar
mandatos y funciones públicas, y así culminar la transición. Para Tarrow la
gente tiene un papel determinante en las transiciones democráticas, pues las
masas inducen a las élites a moverse ya sea hacia la democracia o hacia
cualquier otra dirección; esto es, élites y masas interactúan
estratégicamente, produciendo una mezcla volátil que a veces conduce al
establecimiento de la democracia; de este modo, la transición puede ser
entendida como un problema vinculado a la transformación y difusión de una
cultura política de tipo participativo.
No hay reglas del juego político durante la transición
democrática. Parte de la lucha de los actores políticos es justamente por
definir estas reglas que determinarán quienes perdieron o quienes ganaron;
asimismo, señala Huntington (El Orden Político de las Sociedades en Cambio),
en la transición los líderes en el poder y en la oposición desafían el status
quo y subordinan los intereses inmediatos de sus seguidores a las necesidades
a largo plazo de la democracia, sin caer en las provocaciones de los
radicales de ambos bandos. El riesgo de confrontación y pérdida, así como el
acuerdo de que nadie perderá todo, los estimula a negociar la manera en que
compartirán o competirán por el poder; los opositores saben que no serán
aprehendidos y los gobernantes que no irán al exilio. Ambos tienen conciencia
de que la democracia es la menos costosa para los dos y tratan de cooperar
para establecerla sin violencia.
Dice Hungtinton que la democracia se hace con los métodos de la democracia:
negociaciones, compromisos y acuerdos; manifestaciones, campañas y
elecciones. Los líderes gobernantes y en la oposición reconocen que en
política nadie tiene el monopolio de la verdad y la virtud
Para O'' Donell y Schmitter (Transiciones desde un Gobierno
Autoritario) la transición pasa por varios procesos: la liberalización en la
que se redefinen, amplían y se vuelven efectivos ciertos derechos frente a
actos ilegales o arbitrarios del Estado; y la democratización, en la cual las
normas y procedimientos de la ciudadanía son aplicados a las instituciones
políticas antes regidas por otros principios, o son ampliados a individuos
que no gozaban de ellos, o bien a instituciones que antes no participaban en
la vida ciudadana. Ambos procesos no siguen una lógica ni son irreversibles,
pero guardan entre sí una estrecha relación histórica, de modo que puede
haber liberalización sin democratización, aunque a medida que avanza la
liberación, las demandas de mayor democracia crecen.
Llegada la etapa de la democratización, el proceso debe avanzar
hacia el logro de una igualdad más allá de la mera forma, para producir una
igualdad sustantiva en los beneficios. Se trata de una
"socialización" que conduzca a una democracia social que convierta
a los ciudadanos en actores decisivos de la vida política por una parte, y
por la otra, a una democracia económica que asegure el suministro de
beneficios iguales a la población.
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Conclusión
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Seguramente habrá discrepancias en torno a la profundidad que
han alcanzado los cambios en lo que se refiere a la gobernabilidad
democrática y la participación ciudadana con el surgimiento del concepto de
gobernanza.
Las transformaciones desencadenadas por el proceso de
globalización de la economía han propiciado una brutal concentración de la
riqueza en un reducido número de personas y empresas, por un lado, y el
crecimiento desmedido de la pobreza mundial, por otro. La dinámica de los
grandes capitales que exigen cada vez más y más ganancias constituyen una
amenaza para la paz y el desarrollo de la humanidad.
Según mi opinión, muchos de los cambios que se han operado
principalmente en las llamadas democracias industrializadas son el resultado,
de un lado, de las necesidades del capital que no está dispuesto a cargar con
el costo de la atención de las necesidades sociales que no pueden ser
satisfechas en un escenario de falta de empleos y bajos salarios. El capital
asignó al estado la tarea de armar y mantener el status legal de la
explotación y la posibilidad de mantener en calma a las masas a través del
estado de bienestar, sin embargo hoy el capital ya no está dispuesto a pagar
este concepto y de ahí el desmantelamiento de este tipo de estado y el
impulso de alternativas “democráticas” y participativas”.
Por otro lado, los cambios son también el resultado de la
presión de los grupos sociales que ven disminuidas sus expectativas de
bienestar. Amplios movimientos sociales han surgido y actúan en los espacios
políticos tanto de las democracias industrializadas como de las naciones de
América Latina.
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Referencias
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-David Arellano Gault y Felipe Blanco. POLÍTICAS
PÚBLICAS Y DEMOCRACIA Primera edición, marzo de 2013 © Instituto Federal
Electoral. Viaducto Tlalpan núm. 100, esquina Periférico Sur
Col. Arenal Tepepan, 14610, México, D. F. ISBN: 978-607-9218-21-8.
Impreso en México/Printed in México.
-Valdés A. Licenciatura en Relaciones Internacionales. Universidad de
las Américas Puebla. Cholula, Puebla, México a 28 de abril de 2005.
Recuperado de http://catarina.udlap.mx/u_dl_a/tales/documentos/lri/martinez
-Cárdenas Gracia, Jaime. Una Constitución para la Democracia.
Instituto de Investigación Jurídica UNAM 1996, pag 22.
-Anglade, Christian La autonomía del Estado y el imperio de la ley.
Notas para una teoría del Estado desarrollista Revista Mexicana de Ciencias
Políticas y Sociales, vol. XLIV, núm. 178, septiembre-abril, 2000, pp. 49-80.
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Autoevaluación
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La participación ciudadana es unos de los aprendizajes más
importantes, para que esta una verdadera democracia debe de existir la
participación ciudadana, en México actualmente se ha desarrollado, la
participación ciudadana es componente esencial de la democracia, por que fortalece
y legitima al gobierno favorece su desempeño, ayuda a las para la elaboración
de las políticas públicas.
Sin embargo hay sectores en los cuales aún no hay una total
participación y democracia aún hay retos y desafíos que se tienen que ganar
para que se tenga un verdadera democracia y se tenga una eficacia en el
desempeño del gobierno.
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